Pasaron los días, se recuperó, y ahora cuenta todo. Analía Ibañez Sierra, la joven montañista salteña que se había perdido en el cerro El Pacuy, cuenta en primera persona todo lo vivió entre el 17 y 19 agosto.
Acompañada de su hermano, Martín Ibañez, y de Patricio Payrola, quienes formaron parte de la búsqueda, Analía cuenta todo a Salta Comparativa; desde su preparación para el montañismo, pasando por la travesía que marcó su vida, el rescate y su recuperación.
Analía: Soy Analía Ibáñez Sierra. Tengo 46 años, que ésto mis amigas me pidieron por favor que lo aclare, porque en todos los medios salía que yo tenía 48 años. De profesión Psicóloga, docente, y hace 5 años comencé con esta actividad por recomendación de un amigo, Raúl Bravo. Comienzo a hacer el curso de iniciación al montañismo en el Club Amigos de la Montaña (CAM), que yo creo es el primer club que forma en montaña en Salta, y que hasta en ese momento, era el único que brindaba un curso de iniciación.
Me adentro con esta actividad por una opción más terapéutica. No empecé a ver esta actividad como un deporte en ese momento, sino como algo terapéutico. Era conectarse con la naturaleza, ir conociéndome a través de la montaña. Así fue que conocí gente en el curso, y comencé a transitar, acompañada por gente del club y también por gente que no era del Club. Pero siempre la tomé como una cuestión más terapéutica. Yo a través de la montaña aprendo a conocerme, a conocer mis límites, mi cuerpo, lo que puedo y lo que no puedo. Aprendo la necesidad de entrenar, o de hacer algo más antes de salir a la montaña, que no es sólo una cuestión de salir así nomás, aparte había cuestiones, oportunidades donde me sentía apunada, entonces en todos estos años me comencé a preparar. He tenido momentos donde he dejado la actividad por meses por diferentes cuestiones, y así fue que fui aprendiendo.
Entrevistador: ¿Qué pasó aquel 17 de agosto?
Analía: Yo paso a buscar a Miguel a las 5:30 de la mañana por la rotonda de Limache, el Centro de Convenciones. Llegamos a la base del cerro en mi auto, calculo que a las 6/6:30 de la mañana, y hasta que nos alistamos y demás, comenzamos a subir a las 7:00. La verdad que el ascenso fue bastante tranquilo, lo disfrutamos. Íbamos midiendo el tiempo. Yo preveía que íbamos a llegar pasadas las 14:30.
En el camino íbamos con comunicación, más que nada Miguel, yo no lograba escuchar lo que él decía con la gente que estaba en Salta, lo único que escuche en ese momento es que hablaba con Alejandro, con “El Pájaro”, lo cual a mí me dio tranquilidad porque estábamos más comunicados con gente de Salta.
Entrevistador: ¿A qué hora hacen cima ustedes?
Analía: Llegamos a la cumbre entre 15 y 15:30
Entrevistador: Ustedes comienzan el descenso. En un momento me contabas qué, la parte del descenso, querían hacerla a la luz del día porque vos lo notabas un tanto más peligroso a ese trayecto.
Analía: Si. Justamente dónde nos paramos en un momento de subida, yo había visto que la senda no estaba muy clara. Pensé que era posible, muy factible, qué nos confundamos, entonces a esa parte quería hacerla con la luz del día, por lo menos con la última luz del día. Sin embargo, tenía previsto que las últimas dos o tres horas del descenso lo hagamos de noche.
Veníamos bien, o sea, veníamos viendo la ruta, pero en un momento nos dimos cuenta que nos habíamos confundido de camino. Nos fijamos en la ruta y vimos que en el medio había una quebrada, entonces, para volver al camino teníamos que volver a subir y bajar, lo cual nos iba a llevar un tiempo. O la otra opción era buscar la parte de la quebrada menos profunda y cruzar por ahí.
Entrevistador: O sea que ustedes se meten en la quebrada para retomar el camino correcto
Analía: Claro, o sea, en el afán de ganar tiempo y espacio, era subir un poco y ver la parte en la que estaba menos profunda la quebrada para cruzar. Cuando vamos por la segunda opción ya nos cae la noche, entonces nos metemos en la quebrada y claro, ya de noche no se ve la profundidad. Ahí nos metimos en lugares, la verdad, bastante complicados, muy complejos. Había agua, las piedras estaban resbaladizas. Lo que antes parecía que se podía subir, ya de noche teníamos como paredones al frente y los terminamos escalando. Corrimos un riesgo importante hasta que bueno, logramos salir de ahí. Miguel me ayudaba también porque era escalada, teníamos que buscar puntos de agarre en un terreno donde había muchas piedras sueltas.
Salimos y ya eran las 2:30 o 3 de la mañana, es decir que nosotros estuvimos escalando desde las 7:30 u 8:00 hasta las 3 de la mañana. No nos habíamos dado cuenta del tiempo, de nada, ni del desgaste físico. Habíamos quemado piernas y brazos para escalar.
Cuando llegamos a esa parte más plana, ya estamos cerca de nuestra senda. Comenzamos a caminar. Miguel va por abajo, yo un poco más arriba. Escuchamos un ruido y Miguel cree que es agua y yo le dije: “para mí no es agua, es un animal”. El cómo que se asusta y quiere pasar para el otro lado. A ese movimiento lo hace rodeándome por atrás. Él me iba marcando con su linterna y cuando llega a su lugar yo intentó arrancar. Arrancó y se me caen los bastones, me agacho a recogerlos y ahí me desbarranqué: comencé a rodar, varias vueltas, y en un momento me detuve. Me golpeé, me cayó una piedra en la cabeza, y cuando me detuve me senté. No sé cuánto tiempo pasó, no tengo noción. Ya corría el viento más fuerte, el viento no te dejaba escuchar, y me quedé ahí esperando para ver si Miguel me encontraba.
Al otro día me desperté a la mañana y cuando me despierto veo una cantidad de cosas extrañas, pero bueno, lo más extraño es que cuando miró a mi alrededor veo gente que bajaba, entonces entiendo que había gente y que quizás había un camino. Comienzo a caminar pero cuando yo iba para esa zona la gente se abría, Cruzo el filo de la quebrada y veo como un camping, o un club, una cosa así, donde había estacionamiento, había caballos, sendas marcadas para los runners, y yo pensé que ahí iba a encontrar ayuda. Bajé, Lo loco era que yo bajaba y cuando intentaba llegar nunca llegaba a dónde estaban las personas y estas personas nunca se acercaban a donde yo estaba. Hasta que por fin siento que me acerco a uno, un nombre particular que nunca me respondía. En un momento siento que me dice que si me podía ayudar a llegar abajo, me quedé esperando para que me ayude a bajar y me dormí. Cuando me desperté ya era de noche y dije “no, no me va a buscar” y decido empezar a bajar la quebrada para ver si podía encontrar un lugar que me protegiera más del viento y del frío. Así fue que baje, pero no podía caminar, mis piernas no tenían fuerza. En todo ese de trayecto ya me había tomado toda el agua que tenía, sentía ya la boca seca, todo. Empiezo a ramearme por la quebrada abajo. Encuentro un lugar un poco resguardado y me quedé. Lo único que buscaba era taparme. Eso fue un lunes. El martes utilicé geles para hidratarme y la noche del martes, ya sentí frío, mucho frío. Esa noche me costó mucho dormir. Me tapé las piernas qué era lo que tenía menos abrigado, no tenía fuerza para quitarme la mochila, así que me tapé con ramas, y me desperté varias veces a la noche esperando que sea de día y no, seguían las estrellas.
Entrevistador: Hasta ahí el punto en el que te perdes, y obviamente, no sabías que hacer. Pero ahora también queremos saber qué pasó del otro lado con Martín y con Patricio.
Martín ¿Cuándo te enteras vos que tu hermana, que Analía había desaparecido en la montaña?
Martín: Yo en realidad tomo la noticia qué mi hermana no había regresado a través de Patricio Payrola. Él se comunica a las 10 de la mañana del 17. Me pregunta primero si sabía algo de Analía, yo le comento que no, pensé que estaba en la casa, pero le dije que me iba a comunicar con mis sobrinos para saber qué había pasado. Efectivamente me comunico y me decían que Analía no había regresado. Me comentó Patricio que Analía había dicho que probablemente regresaría a las 14:00, entonces como que eso me transmitió un poco de tranquilidad y me dijo que esperemos hasta las 14:00 que no había problema.
Entrevistador: El te consulta y despierta alguna duda sobre que algo pasaba. Llegada las 14:00 horas ¿Qué pasó?
Martín: Se acercaron las 14:00 horas y Patricio se comunicó y me dijo “mira, no aparece Analía” y él estaba saliendo con dos chicos más para allá, para la base del cerro, a buscarla. Ahí sí ya me empecé a preocupar, más por qué no entendía que pasaba porque se había demorado tanto. Estaba preocupado, pero no era tanta mi preocupación.
Collage armado por diario El Tribuno
Entrevistador: ¿El compañero de Analía da aviso a la policía? Ustedes, ¿En qué horario aproximadamente toman conocimiento que Analía había desaparecido?
Patricio: Nosotros partimos con Alejandro Jiménez, Juan Esperoni e Ignacio Goitia de Salta. Tenemos unos problemas para pasar el control de Campo Quijano hasta que finalmente hacemos la consulta en la Policía por una posible situación de pérdida de Analía y finalmente nos dan la autorización para ir a corroborar si ella estaba bien o no. Arribamos a la estación Chorrillos, a la base del inicio del ascenso a las 16 horas y encontramos a Miguel que estaba en un estado alterado, muy preocupado, y nos comenta la situación, de que había perdido Analía en el descenso. Entonces bueno, ante esa situación, sumado a que Analía no aparecía, con Ignacio y Juan decidimos comenzar el ascenso para saber si la podíamos encontrar esa misma tarde. Alejandro Jiménez va con Miguel, el compañero de Analía, hacia Campo Quijano a hacer la denuncia de persona extraviada.
Entrevistador: Comienzan el ascenso a las 16 horas.
Patricio: A las 16:30 aproximadamente. Nosotros iniciamos el ascenso y la denuncia de Miguel debe haber sido a las 18 horas aproximadamente.
Entrevistador: A partir de ese momento ¿Cómo se comienza a gestar la búsqueda de Analía, ya con ustedes en el lugar y con una denuncia policial de por medio?
Patricio: Antes de salir de Salta yo creo un grupo de WhatsApp para el rescate de Analía, al cual agregó a gente experimentada en el tema, más que nada los amigos que conozco del montañismo y que ya habían participado de rescates, con lo cual también Alejandro Jiménez, que es socio de Radio Club Salta, avisa a Radio Club y nos da una antena y un mejor aparato de VHF para tratar de lograr la comunicación con Analía. Pensábamos que quizás si ella tenía batería en el handy podíamos llegar a comunicarnos. Una vez que nosotros subimos a la montaña sólo teníamos comunicación con Juan, que era el encargado de comunicación de la base; perdimos totalmente señal del celular y comunicación con Salta, y ahí ya empieza la organización de Martín.
Martín: Cuando Patricio ya sabía que se iba a quedar sin comunicación, me pasa el contacto de Fernando Martínis, y yo comienzo a comunicarme con él, que es el que hacía de intermediario. Fernando me da información, y es él, el que me comunica que había aparecido Miguel, el compañero de mi hermana, y mi hermana no.
Se comunican desde el club Carlos Clericci, y yo también empiezo a organizar un poco el tema. Quiero aclarar que en ese momento yo estaba de guardia, soy médico traumatólogo en Güemes. Yo estaba haciendo mi guardia de 24 horas, o sea que ni siquiera estaba en Salta Capital, así que para mí, todo era mucho más complejo, y también por la pandemia. Mis padres estaban totalmente aislados en su casa, y hacía más de 2 meses qué no los veíamos. Y mi hermana vive en su casa con mis sobrinos. Ellos, en teoría se iban a quedar un día y medio solos porque mi hermana se iba la montaña, pero no podíamos dejarlos más tiempo solos. Así que bueno, tenía que organizar esa situación, que alguien se quede con mis sobrinos y ver el tema de mis padres también; hasta qué punto les informaba o no, ya se estaban haciendo las 8 de la noche cuando se va gestando todo esto, y me parecía que los iba a amargar demasiado. Entonces decidí esa noche no comentarles nada a menos que ellos me llamaran. Como no se comunicaron conmigo no les di más información.
Mi idea básica era salir cuanto antes. Que se terminará cuanto antes mi guardia para poder irme a Salta Capital. Lo que yo venía planificando era llegar a Salta a las 7:00 de la mañana y empezar a organizar todo para irme a la base del cerro.
Esa noche tengo contacto con muchas personas, entre esos María del Valle Paul, una médica emergentóloga, y es montañista, y es ella la que me alerta sobre la posibilidad de activar el helicóptero, un vuelo sanitario, o algún rescate aéreo, cosa que yo no había tenido muy en cuenta.
Entonces quedó eso dando vueltas también. Por eso cuando regresé a Salta, tuve que acomodar algunas cosas, sobre todo el cuidado de mis sobrinos.
Entrevistador: Cuando llegas a la estación, a Campo Quijano, te encontrás con la policía o fuiste a la comisaría. ¿Qué fue lo que sucedió?
Martín: Yo nunca pude ir a la estación Chorrillo hasta el día que aparece mi hermana. Yo voy el miércoles 19, a las 15:00 horas estuve en Estación, y Analía parece a las 15:30. Fue la primera vez que yo pude ir a la estación.
En realidad ese martes, sería martes 18, como te dije, yo llegué a Salta Capital con la idea de irme a la estación, pero empecé a darme cuenta también que había muchas otras gestiones que había que hacer en Salta, y que si yo me iba a la base del cerro no iba a tener comunicación, y no iba a poder hacerlas. Una de esas gestiones fue conseguir los vuelos en helicóptero para poder ver la posibilidad de hacer un rescate aéreo.
Entrevistador: ¿Vos, desde Salta Capital gestionas los vuelos sanitarios?
Martín: Sí. Dicho sea de paso, agradecer al doctor Fabián Argüello qué es el responsable de Samec Salta, y a la doctora Ana Castillo, que me facilitaron cosas para el rescate. El doctor Fabián Argüello es el que me facilita la posibilidad de conseguir el helicóptero. Me consigue un helicóptero para las 9:30 de la mañana.
Entrevistador: ¿Cuántos vuelos sanitarios?, o ¿Cuántas recorridas hace el helicóptero en la búsqueda de Analía?
Martín: Salieron tres.
Entrevistador: Ana ¿Vos escuchaste el helicóptero cuándo estaba dando vuelta, o en ningún momento escuchaste nada?
Analía: Yo escuché. Creo que el martes puedo haber escuchado, pero como estaba, así como en un trance, digo “veo cosas que no son, escucho cosas que no sé si serán”. Sentí muy suavemente el ruido del helicóptero.
Entrevistador: Mientras tanto Patricio. Ustedes ya estaban en la zona buscando a Analía, ¿Con qué ayuda contaban ustedes en el lugar?
Patricio: Nosotros empezamos a subir el lunes a las 16:30, hasta las 20 horas, donde empieza a correr un viento muy fuerte sobre el filo de ascenso y ahí es donde decidimos refugiarnos, pasar la noche en un corral qué se llama “Corral Cuadrado” a los 3200 metros de altura sobre el nivel del mar. Pasamos la noche ahí.
Nosotros contábamos con el apoyo y la comunicación en la base de Chorrillos con Alejandro Jiménez.
Eso fue el día lunes, que fue el día en el que pudimos hacer muy poco de la búsqueda porque sólo tuvimos unas cuantas horas de luz.
El martes salimos temprano. Continuamos el ascenso y cuando llegamos a la zona del filo donde teníamos señal de celular nos comunicamos con Salta y nos informan una posible zona de búsqueda.
Entrevistador: Esa posible zona de búsqueda ¿De dónde surge?
Patricio: Surge de un relato de su compañero, de Miguel. Entonces ese día martes los tres nos abocamos a esa zona, que justamente es como dice Analía, una zona de quebrada, de barrancos, con unas laderas muy empinadas. Recorremos esa zona sin lograr encontrar a Analía y pasamos esas novedades a Salta.
Entrevistador: En ese entonces se estaba dando una búsqueda aérea con el helicóptero, y ustedes de manera terrestre. ¿Se habló en algún momento de la intervención de un baqueano, de gente de la zona?
Patricio: Hay que mencionar que ese martes son varios los grupos de búsqueda. Nosotros estábamos rastrillando la zona que se creía que era donde se había perdido Analía, Pero había otros buscando sobre la ladera oriental, y sobre ladera occidental. Eran grupos de montañistas, grupos de corredores de carrera de montaña, también había gente del cuerpo de rescate de la ciudad de Salta. Había gente de la policía, gente de Gendarmería, gente del enduro.
Martín: En realidad Gendarmería no participó el día martes prácticamente. En realidad Adriana Lazarte, qué es muy amiga de mi hermana, consigue el contacto con un grupo de rescate de acá, y ellos son los que, ese lunes a la noche intentan ascender, pero como era muy tarde les impiden el ascenso y hacen noche ahí en la base del cerro, y a las 5 de la mañana del 18 están ascendiendo.
Entrevistador: ¿Cuál es la intervención del baqueano? Si no me equivoco es el cacique de una comunidad de la zona.
Martín: La comunidad es la de Inca Huasi. El cacique se llama Víctor Cruz, al que también le vamos a dar nuestro agradecimiento. El contacto es a través mío, en realidad Adriana Lazarte tiene una hermana que es quién me pasa el contacto del cacique. Ella trabaja en el INTA y está en contacto con las comunidades y los pueblos originarios. Una compañera de ella es la que le pasa ese contacto.
Yo en el transcurso del martes por la tarde es que recibo el contacto del cacique y trato de comunicarme con él. En realidad vía WhatsApp me comunicó recién cerca de la noche. Justamente nosotros el día martes a la noche, a las 21 horas, teníamos pactada una reunión en el 911. La reunión era organizativa en relación al rescate, y para plantear bien cuál iba a ser las actividades para el miércoles. A esta reunión la convoca Tomás Beverina, qué es un referente del 911, al que también le doy mi agradecimiento eterno, porque cuando yo voy a Aviación Civil, ese mismo día la mañana para el primer vuelo, lo conozco y la verdad que se puso a disposición todo el tiempo para nosotros. Él es el que gestiona la reunión, esa de la que participaron todos los involucrados, o sea el Club Amigos de la Montaña (CAM), Tanajma, el CREV, qué es el grupo de rescate. Estaba la policía a través del 911, Samec y yo como familiar de Analía. Aclaró, no estaba Gendarmería en la reunión. En la reunión se hizo un planteo de cómo se iba a hacer la búsqueda, y cuando estábamos en medio de la reunión fue que yo planteé esta inquietud, de que me habían pasado el contacto del cacique, al cual varios me dijeron que lo conocían y que tenían buena referencia. Yo ya me había comunicado antes con él, me había transmitido mucha confianza, así que decidimos incorporarlo el otro día para la búsqueda.
Entrevistador: Él ¿Cómo participa de la búsqueda?
Martín: Me contacto con él a la noche y quedamos de acuerdo que el 19 a la mañana yo me iba a comunicar para ver a qué hora íbamos a conseguir el helicóptero, qué iba a hacer ya el tercer vuelo, para ver si se podía llevar el vuelo al área donde él decía que podía llegar a estar mi hermana. El inclusive me pasó un mapa donde me da una localización probable de dónde podría estar Analía. Así que conseguimos el vuelo sanitario ese día 19, bien temprano, y decidimos que el cacique era la persona indicada para ir en el vuelo. Me comuniqué con él, lo pasé a buscar por su casa, y lo llevamos a Aviación Civil. Ese día el vuelo salió con él, Víctor Cruz, y con Fernando Martínis.
Entrevistador: Sobrevuelan la zona y bajan para buscar Analía o ¿Cómo se dio la búsqueda?
Martín: El cacique la tenía bastante clara. Él sabía muy bien cómo iba a ser la estrategia. Él quería descender en un lugar seguro donde pueda bajar el helicóptero, y de ahí hasta donde consideraba que podía estar Analía había de dos a tres horas de caminata. Hicieron eso, descendieron en el lugar que él consideraba que iba a ser seguro, y caminaron hasta donde se había planteado podía estar mi hermana
Entrevistador: ¿En esa zona estaba Analía?
Martín: No exactamente, pero estaba bastante cerca.
Patricio: Esa mañana del miércoles nos comunicamos con Fernando Martínis. Nos avisa que venía en el helicóptero con Víctor Cruz. Nosotros habíamos pasado la noche en el puesto de una señora, de Natalia Ramos. Nos despertamos. Vemos donde aterriza el helicóptero y vamos a encontrarnos con Víctor y Fernando. Nos encontramos justo en la unión del filo cumbrero, qué sería la zona más elevada del Cerro El Pacuy. Ahí nos separamos en dos grupos: Víctor, Fernando, y Juan Esperoni bajan por una posible quebrada donde era probable que Analía haya bajado, según el último dato que había proveído Miguel. Ignacio Goitia y yo nos fuimos a seguir exactamente el track de Miguel para ver si Analía estaba cerca de esa zona. Esa mañana transcurre rastrillando esa quebrada y la ladera oriental con resultados negativos. Nos volvemos a juntar los 5 y decidimos que la otra probabilidad era que Analía haya caminado hacia el otro lado, es decir, al lugar opuesto al que estábamos buscando y que esté en las nacientes de la quebrada de “El Cebollar” qué es una quebrada principal que sale a Chorrillos. El tema es que las nacientes se dividen de a 10 a 12 quebrada menores, peligrosas, con barrancos, muy expuestas, por arriba de los 3400 metros de altura sobre el nivel del mar, y donde ya otros grupos habían pasado, O sea que quedaba poco por rastrillar. Ahí nos dividimos en dos grupos: Juan Esperoni y Víctor Cruz se van para la zona alta de esas quebradas, y Fernando Martínis, otro baqueano que se llama Miguel Cruz y yo, nos vamos para la parte baja de la quebrada, y empezamos a rastrillar. En un momento nos comunicamos con Juan y nos dice que nos juntemos en un punto donde ellos iban a descender con Víctor y nosotros íbamos a seguir descendiendo por la quebrada buscando por esa zona. Ahí tuvimos la suerte de que baja Juan y a unos 50 metros nuestro nos avisa que Víctor había visto a una persona. Entonces nos reagrupamos con Juan rápidamente, entramos todos a la quebrada, que era muy angosta y profunda, y encontramos Analía.
Entrevistador: ¿Cómo encontraron a Analía?
Patricio: La primera impresión es que estaba muy cansada. No estaba tan golpeada, sí con golpes y cortes en la mano, algunos de ellos ya estaban cicatrizando. Un golpe en la rodilla izquierda, y signos de golpe en la frente. Ella nos comenta que se había golpeado la cabeza, que se le había caído una piedra, entonces le revisamos la cabeza, le preguntamos donde le dolía, cómo se sentía, y comenzamos con la rehidratación con bebidas isotónicas, con sales y con geles energizantes, porque obviamente entendíamos que no había tomado agua por dos días o dos días y medio. Ella nos había dicho que ese día había tomado un poco de agua de un arroyo que bajaba en esa quebrada. Ahí dimos la noticia, empezamos con los primeros auxilios y la planificación de la evacuación de Analía de esa zona que era complicada.
Entrevistador: Analía, cuando te encuentran… Sensaciones
Analía: Yo vi a alguien, me hizo señas, pero como yo venía alucinando con personas, también lo saludé. Después desaparece y dije “era otra más”, y después vuelve aparecer el baqueano, qué es Víctor; claro, el bajó por el relieve, tenía que volver a subir, cuando yo lo vuelvo a ver, veo que gira a su costado y que habla, y después que aparece Patricio, entonces ahí fue que me di cuenta que me buscaban.
La primera sensación fue querer ir, pero después dije “no, no puedo, no me puedo mover, me tengo que quedar acá” y ahí supe qué Martín me iba a sacar. Yo dije vos me vas a sacar. Sabía que el conocedor de la montaña era Patricio, pero sabía que Martín me iba a rescatar.
En ningún momento sentí que me iba a morir, en ningún momento sentí la presencia de la muerte. De cansancio, yo caminaba, me arrastraba, me movía, y dormía .Cuando sentía que tenía que dormir, me dormía, y en esos momentos, yo estaba en mi casa, con mis hijos, estaba viendo Netflix, estaba en lo cotidiano. Mis hijos son adolescentes, son grandes. El más grande tiene 18 y el más chico tiene 14. Entonces yo soñaba que estaba en la casa, riéndonos, haciendo bromas entre nosotros. Pensaba que veía mi serie en Netflix, y cuando me despertaba veía la montaña, y así fue todo, de transición, o sea, ese sentir, de estar soñando que estaba en mi casa, a mí la verdad que me daba mucha tranquilidad porque era como que estaba con ellos, y yo a ellos los sentía bien. Yo me sentía bien con ellos. Mis papis, yo sabía que iban a tener como apoyarse, pero lo que siempre me mantuvo es que en ningún momento creí o sentí, que me moría.
Yo me conecté con lo más simple de todo, con lo cotidiano, con mi casa, con la montaña. En ningún momento tuve pensamientos del “qué pasa si”, no. Esto está pasando, esto está sucediendo nada más. Si me despertaba de un sueño y veía la montaña me decía “Esto está sucediendo ahora”, es decir, decía ahora estoy acá y necesito encontrar agua, ahora estoy acá y quizás veo cosas que no son.
Entrevistador: Hoy festejamos, y estamos felices de que estés bien, pero qué te deja esto, si nos enfocamos en la actividad de montaña, está experiencia ¿Qué enseñanza deja?, siempre pensando en ser constructivos.
Analía: Bueno yo te digo en primera instancia, algo que ya vengo trabajando, y es que me confié. El exceso de confianza. ¿En qué me confié? quizás la mejor decisión hubiera sido quedarnos, que nos quedemos de noche, no había apuro. Yo había avisado. Ese exceso de confianza quizás nos jugó en contra. Yo quizás no le tengo miedo a la noche, y pienso que voy a poder y eso nos jugó en contra. A pesar que habíamos tomado todas las precauciones que podíamos haber tomado, eso de confiarme demás fue un error. Para mí es enseñanza.
Martín: Yo quería contar cuál fue el diagnóstico de Analía. A Analía la ve un médico neurocirujano, qué es el doctor Vergara, al cual también le quiero mandar un saludo porque la verdad que se comportó excelente con ella, también un saludo a la gente del sanatorio San Roque qué es donde ella estuvo durante una semana, a quienes les agradezco. El diagnóstico de mi hermana, en primera instancia, es una contusión cerebral qué es la que la matuvo confusa y con alucinaciones. No sabemos el tiempo que duró la contusión cerebral. Según lo que cuentan los chicos al momento que la encuentran aparentemente había superado la contusión cerebral, pero se fue superponiendo un cuadro de deshidratación, también una hipotermia. Un hematoma hepático de 2 cm, seguramente de la caída, una fractura del arco costal, y un pequeño enfisema a nivel del corazón, del pericardio. Nada más. Es decir, para todo lo que sufrió, además de las excoriaciones, ni siquiera llegó a tener una herida abierta cortante o que se haya infectado. Podrían haber sucedido un montón de otras cosas más graves, pero gracias a Dios no fue así. Creo que pasó algo muy raro, sinceramente no sabía que esperar. En cuanto a lo físico todas fueron cosas muy leves.
Entrevistador: Martín, vos que participaste de todo lo que fue la parte “burocrática” de la búsqueda, ¿Notas qué en la provincia este articulado un protocolo para la búsqueda de personas en cuestiones de montaña y expediciones? o ¿Consideras qué es algo que quizás se tenga que trabajar? Sobre todo pensando en las características que tiene Salta.
Martín: Hablo desde mi experiencia. No existe algo bien formado. Si existen instituciones, y lo vuelvo a rescatar el 911, Samec, que sí tuvieron intervención y se pusieron a nuestra disposición, la policía de Campo Quijano, Bomberos Voluntarios que también participó, y Gendarmería, que recién el miércoles participó de la búsqueda. No, no era algo organizado. Si bien el 911 es el que se encargó de organizar una reunión y ordenar un poco, no veo que haya algo totalmente organizado. Tampoco lo vivo como una queja, o un reclamo, la verdad que nuestro único fin con esta entrevista es contar lo que sucedió y agradecer, y me quedo con toda la gente que participó, con toda la gente que estuvo y ayudó.
Entrevistador: Patricio vos que participas, y tenés tu grupo de montañistas y demás, ¿Algún consejo o palabras que quieras dar para aquellas personas que se están iniciando en la actividad?
Patricio: La idea es tratar de aprender lo máximo que se pueda. Preguntarle a la gente que conoce, a los baqueanos, a los montañistas. Tratar de capacitarse, y sentir a la montaña, sentir la salida, de eso se trata. Me han contado experiencias de personas que estaban escalando e iban bien. De repente han sentido que no era el lugar donde tenían que estar, y bueno han abortado una escalada. Lo fundamental es planificar, estudiar, investigar, y a pesar de eso no estamos exentos a que pasen imprevistos. Y disfrutar la montaña, que es un lugar donde uno encuentra libertad.
Entrevistador: Chicos no sé si quieren agregar algo más.
Martín: Yo, como soy un agradecido compulsivo, quiero agradecer de vuelta a nuestras familias. A la familia Ibañez, qué es la familia de mi papá, a la familia Sierra, qué es la familia de mi mamá. A Federico Martínez que estuvo conmigo, que me acompañó y supo estar conmigo todo el tiempo. Amigas de mi hermana: Adriana Lazarte, Marcela Humacata, Soledad Salvatierra, incondicionales, muchísimas gracias. A mí hospital querido, el Papa Francisco, a la gente que me acompañó, mi eterno agradecimiento, es mi lugar de trabajo, así que les agradezco mucho. A la gente que me quiere, a mis amigos, gracias acompañarme y a mi hermana. Y a todos los que participaron en un acompañamiento espiritual que fue Susana, ya te lo agradecí en otro momento y te lo vuelvo a agradecer, y a las instituciones que ya sería ser redundante, ya se los agradecí. Y el mensaje que me queda, además de estar feliz de tener a Analía conmigo, no podía imaginar no tenerla, es que esta bueno siempre tener pensamientos positivos, porque eso atrae lo bueno. Ante cualquier situación no abandonen los pensamientos positivos, traten de ser, de pensar frío, limpios, y de rodearse de gente que lo quiera a uno, y lo quiera ver bien, para que de esa forma las cosas empiecen a fluir de otra manera.
Patricio: Yo quería agradecer a todos los que estaban preocupados. La verdad que cada vez qué activaba el celular en la montaña era una locura la cantidad de mensajes que entraban. A toda esa gente preocupada por ella, que enviaba mensajes, que se ponía a disposición para ayudar. Nunca dejar de agradecer a los tres baqueanos, gracias a ellos pudimos salir: Víctor Cruz, Miguel Cruz y Martín Padilla, tres personas fortísimas, siempre dispuestas a ayudar. A las personas del lugar, a los pueblos originarios, a ellos, gracias por todo, porque gracias a ellos logramos hacer la extracción porque fueron horas muy duras.
Analía: Agradecerle a mis amigos, a mis amigos del alma, a los “Protozoos” que saben quiénes son. A las mujeres que fueron pilares. A Martín, Marcela Humacata, Adriana Lazarte, Soledad Salvatierra, Marcela Ceballos. A mi familia, a mis primos qué son una banda en todo el país. A mis papis, y a través de ellos a todos mis ancestros por la vida, por hacer quién soy. A los hijos que me dio la vida, a Santy y a Tatu, que los amo. A todas las mujeres, a toda esa energía femenina que hubo, que la sentí, por que durante muchos años, como que la montaña era el lugar de varones nada más, y hoy está bien compartido. A mujeres montañistas que me acompañaron: a la Ro Casasola, a Juli, Ele, que fueron las que me contuvieron y me cuidaron también ahí. A Pato, amistad encarnada que siempre se da maña para escabullirse a las limitaciones de lo estrictamente humano y conectar en lo luminoso más allá de nuestras propias miserias…y con él a Igna, Diana, Ele, Juancito, “El Pájaro”, Juli, Valle, Clari, grupo clave para que hoy yo esté aquí
A mi hermano, hermano de sangre y de vida. Gracias por no rendirte, por confiar, por amarme como me amas…y con él a mi cuñado, a Fede, que lo bancó, que fue el mejor de los compañeros y hoy me cuida amorosamente.
¡Gracias a la vida! ¡Gracias a Dios! ¡Gracias al universo! Gracias a la montaña que fue esta vez la que me parió, posible libro sería “La montaña que me parió”.
Y cerrar con la inscripción que tiene esa cruz de El Pacuy, que por eso yo quería ir a esa montaña para conocer esa cruz. “El amor no se exige, se da” y yo creo que es el mejor resumen de todo lo vivido: “El amor no se exige, se da”.