La oposición en Salta volvió a chocar contra el mismo obstáculo de siempre: Juan Manuel Urtubey y su eterna ambición personal. Lo que se presentó como un frente de unidad, Fuerza Patria, duró menos que un suspiro.
El Frente Grande, a través de su apoderada Elia Fernández, denunció manipulación en el armado de listas y acusando que se premia a “alguien que ya traicionó al movimiento”. La alusión directa a Urtubey deja en evidencia lo que muchos ya saben: el exgobernador es incapaz de construir sin destruir.
Esta renuncia se suma a la ya conocida de Sergio “Oso” Leavy, quien cortó lazos con Urtubey y decidió lanzarse al Senado desde el Partido de la Victoria.
El peronismo salteño se hunde en peleas internas mientras La Libertad Avanza sigue mira desde el balcón. Urtubey, que alguna vez se mostró como “renovador”, hoy encarna lo contrario: el pasado de traiciones, la política de la imposición y el ego por encima del proyecto colectivo.
Aseguran que cada vez que aparece en escena, Urtubey no suma: resta, divide, fractura. Es un dirigente que, en lugar de ser un puente hacia la unidad, se convirtió en un muro que bloquea toda alternativa. Y al final, el único que sonríe con este espectáculo es Javier Milei, que recibe servido en bandeja el regalo de una oposición que se autodestruye bajo el peso de las ambiciones del exgobernador.