Sección: Nacionales

Investigación

Seis años sin el fiscal Nisman: cómo continúa la causa

La falta de definición judicial contribuye al laberinto de misterios no resueltos. Según el lente con el que se mire, el expediente avanza o está estancado. Como sea, para uno y otro lado, el reloj sigue -inevitablemente- corriendo

Seis años sin el fiscal Nisman: cómo continúa la causa

El pequeño baño del departamento del piso trece de las Torres Le Parc encierra uno de los enigmas más importante de la historia de la Argentina: la muerte de Alberto Nisman. Un evento de tal magnitud que pareció congelar en el tiempo la escena y paralizar a aquellos que tuvieron algún tipo de contacto con ella, físicamente o espiritualmente. Un shock que puso un punto y aparte en el devenir de un país que se bate en dualidades constantes. En este caso: el del homicidio vs. el suicidio. Sin grises. Y no es una gota más en un mar de grietas: la bala que atravesó el cráneo del fiscal golpeó, en lo más profundo, a la dirigencia política en particular y a la sociedad en general. Tumbó la credibilidad de Cristina Kirchner en un año electoral y tocó intereses a un nivel que traspasó fronteras.

Seis años más tarde, la causa, en manos del fiscal federal Eduardo Taiano, continúa abierta. Aunque en las fojas judiciales existe una certeza: que el titular de la UFI AMIA fue asesinado. La falta de definición judicial contribuye al laberinto de misterios no resueltos. Según el lente con el que se mire, el expediente avanza o está estancado. Como sea, para uno y otro lado, el reloj sigue -inevitablemente- corriendo.

Cómo sigue la causa por la muerte de Alberto Nisman

La noche del 18 de enero, Twitter ardía. Cámaras expectantes esperaban alguna señal del interior. En redes, la identidad del cuerpo hallado en un charco de sangre ya había sido confirmada. Pero ninguna voz oficial lo decía, pese a que el entonces secretario de Seguridad Sergio Berni pululaba en el departamento entre peritos que recogían evidencias. Fue Viviana Fein la primera en hablar: “Lamentablemente ha fallecido el doctor Nisman”, anunció tras las rejas del complejo de Puerto Madero.

“Inoperante”, fue el insulto más leve que recibió la integrante del Ministerio Público Fiscal que estaba a punto de jubilarse cuando el teléfono sonó con las novedades que trastocaron sus planes y la pusieron en el candelero justo al final de su carrera de 40 años. El asunto se había vuelto personal. Su principal crítica fue, desde el inicio, la jueza federal Sandra Arroyo Salgado. La primera conducta que le reprochó la ex de Nisman a la fiscal fue el hecho de que no la esperó para la autopsia.

La representante del Ministerio Público no quería dejar la causa hasta terminarla. Creía haber encontrado la pista más importante cuando se topó con una serie de llamados entre funcionarios y espías. No pudo explorarla. En marzo de 2016, finalmente Arroyo Salgado logró arrebatar el caso del fuero ordinario y llevarlo al federal, donde la principal hipótesis se convertiría en el homicidio, figura que fijó Julián Ercolini y que confirmó la Cámara Federal en 2018.

A seis años de la noche en Le Parc, Fein mantiene la misma línea de celular. Atiende apurada. Camina mientras lo hace. “Estoy muy bien. No puedo hablar”, se excusa y admite que no quiere saber más nada con el caso Nisman. Disfruta de su familia. Ya jubilada, sigue aferrada a una idea: “En algún momento, la verdad se va a saber”, se despide.

Arroyo, por su parte, continúa al frente del Juzgado Federal N°2 de San Isidro. Cultiva el mismo perfil bajo que la muerte de su ex la obligó a dejar por varios meses. Representó a sus hijas en el expediente hasta que se retiró de la querella en diciembre de 2018. Sorprendió su presencia en Almorzado con Mirtha Legrand en octubre pasado. “Para mí era un desgaste emocional muy fuerte. Yo lo hablé con mis hijas y tomé esa decisión. La tomé yo”, le explicó a Juana Viale.

“Uno tiene que seguir mirando para adelante, no bajar los brazos nunca”, agregó. TN.com.ar se comunicó con la jueza, pero prefirió no referirse al tema, por el momento, de forma pública. Su hija Iara también rechazó la propuesta.

Sara Garfunkel no lloró esa noche. Había entrado al departamento junto a uno de los custodios y, al asomarse por la puerta del baño, vio a su hijo tendido en el piso. Apenas pudo sentarse en la cama mientras la unidad 2 del piso 13 de la torre Boulevard se llenaba de peritos. Desde el entorno de la madre de Nisman dicen que la mujer continúa con su vida habitual pero con el inmenso dolor de la pérdida. Su abogado, el exfiscal Pablo Lanusse respondió a las más de 50 nulidades que presentó la defensa de Diego Lagomarsino, procesado como partícipe necesario del homicidio

“Sara sigue con el mismo interés por la verdad y en búsqueda de justicia. Mantiene su rol de querellante y está muy comprometida. Tiene buena relación con sus nietas, que también quieren saber qué le pasó a su papá”, detallaron allegados.

Los nombres de Garfunkel y el técnico informático aparecen juntos en otro expediente en Comodoro Py. Ambos comparten la titularidad de una cuenta, junto a Sandra Nisman, hermana del fiscal, en el exMerril Lynch de New York. Están siendo investigados por lavado de activos y los tres fueron embargados preventivamente. ¿Por qué Nisman abriría una caja a nombre del informático? Es uno de los ribetes del caso difíciles de entender, aunque Lagomarsino lo explique una y otra vez: “Alberto me pidió estar por si le pasaba algo a la madre”.

La nueva vida: dónde está y qué hace Diego Lagomarsino

El hombre que entregó el arma calibre 22 que apareció a un lado del cuerpo de Nisman fue procesado como partícipe necesario de un homicidio, en diciembre de 2017, luego de que Ercolini evaluara una pericia que entregó Gendarmería, basada en los resultados de una reconstrucción de la escena en el baño.

Lagomarsino ya no vive en Martínez, se mudó a Punta Chica, entre Victoria y Beccar, en San Fernando. Tuvo coronavirus aunque ya está recuperado. Sin la tobillera electrónica que lo acompañó desde 2017, visitó un shopping por primera vez en seis años en noviembre pasado. El dispositivo le generaba mucho malestar al técnico. “Me daba vergüenza tenerla: tener que llevarla siendo inocente, te quema la cabeza. No salía en pantalón corto y no quería que la vieran mis hijos. Ellos son mi tobillera más grande. No los abandono ni en pedo”, dijo a TN.com.ar.

Hace poco, con barbijo y gorra, Lagomarsino fue a un supermercado. “Un tipo que estaba atrás mío me reconoció y me dijo: “No sabés cómo te banco”. No hubo una sola persona en la calle que me diga nada malo. Y los que hablaron mal de mí, me ven y bajan la vista. No soy espía, me acusan de ser partícipe de un plan del que no encontraron nada en seis años”, contó.

Lagomarsino que sigue trabajando de forma privada con clientes previos a la muerte de Nisman. Ahora también es perito oficial para la Justicia. Tiene custodia las 24 horas.

El exasistente del titular de la UFI-AMIA continúa en contacto con Carlos “Moro” Martínez, el espía que le enseñó a disparar y que le presentó a Nisman. Confiesa que hablaría con Sara Garfunkel y con sus nietas. También que visitaría la tumba en el cementerio de La Tablada. “Si no voy es por los medios”, aseguró.

“Alberto se pegó un corchazo. Yo tengo la conciencia tranquila: no me arrepiento de haberle dado el arma porque los argumentos que me dio era recontra válidos. Él me mintió. Las discusiones que tengo con él en mi mente son muy fuertes. No pensó en sus hijas ni en su madre, que las adoraba. ¿Cómo llegó a esa situación? Me lo pregunto todas las noches. Algo tuvo que haber pasado, ¿Qué valía más que tu amor a tus hijos?”, se preguntó.

El informático tiene una obsesión: demostrar que los peritos de Gendarmería están equivocados. “Le prometí en vida a mí papá que iba a derrumbar esa mentira”.

Con el informe de la fuerza de seguridad, la calificación para los custodios del fiscal también cambió. Pasaron a ser encubridores del supuesto crimen. Según dijeron fuentes cercanas uno de ellos, Rubén Benitez, está retirado de la Policía Federal y trabaja con su hermano, dedicado al oficio de techista.

Qué pasó con la oficina de Alberto Nisman

La Unidad Fiscal para la Investigación de la Causa AMIA trascendió a la existencia de Nisman. La UFI-AMIA sigue ahí: en el 7mo piso de Hipólito Yrigoyen 460. Un pequeño portarretrato en uno de los escritorios, es la única pieza que rememora al fiscal muerto. Aunque los empleados continúan en sus puestos de trabajo casi en su totalidad. Son unos 40, a los que se suman unos 20 nuevos que reemplazaron a otros “por recambio natural”, precisaron fuentes judiciales.

Varios fiscales tomaron la posta de Nisman desde que el cargo quedó bacante. En la actualidad, Sebastián Basso, Santiago Eyherabide y Roberto Salum conforman el equipo que busca darle cierre a la herida. Un cierre que parece muy lejano.

En esa fiscalía, Nisman tenía una mano derecha en la fiscalía de la UFI-AMI: Soledad Castro. La secretaria letra fue una de las últimas personas que lo vieron con vida y fue la persona que trabajó codo a codo la denuncia contra Cristina Kirchner y Héctor Timerman.

Tras la muerte del fiscal Castro, especialista en Derecho Penal y terrorismo, recibió un ascenso y fue nombrada -en 2016- en la vocalía de Horacio Rosatti, ministro de la Corte Suprema, donde trabaja en la actualidad.

El perito que se suicidó

Osvaldo Raffo era, sin dudas, el más destacado miembro del equipo de peritos contratado por Arroyo Salgado. “No soporto más los dolores que me aquejan”, la nota que dejó explicaba los motivos de su determinación. El arma calibre .38 con la que la llevó a cabo fue encontrada junto a su cuerpo, en la casa de San Martín donde vivió junto a su esposa, de cuya muerte nunca se pudo recuperar.

El caso Nisman fue el último resonante de su respetada carrera. Para el resto de los forenses, lo que decía Raffo tenía carácter de verdad irrefutable. Su última aparición pública fue en marzo de 2015, en San Isidro. Estuvo sentado en la mesa frente a la prensa, cuando la jueza presentó el informe de la querella y que, por primera vez, hablaba de un homicidio. Su rúbrica en el documento que fue presentado en la fiscalía de Viviana Fein le dio otra dimensión al trabajo que completaron el médico Julio Ravioli, el criminalista Daniel Salcedo y el informático Gustavo Presman.

Fuente: TN